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Monumento en su tierra natal Cuyuxquihui.


Monumento en la confluencia de las calles
Alejandro Vega y Calzada del Cementerio
Frente a la Esc. Prim. Rodolfo Curti.
 

PROF. LUIS SALAS GARCÍA
Primer Cronista de la Ciudad

MTRO. ZENÓN RAMÍREZ GARCÍA
Segundo cronista de la ciudad

CONTACTO:
zenon.ramirez.g@cronistadepapantla.com

Prof. Luis Salas García y su alumno Zenón Ramírez García

 

GENERAL DE LA COSTA DEL BARLOVENTO DEL GOLFO DE MÉXICO

SERAFÍN OLARTE

Historia e historiografía.

MTRO. ZENÓN RAMÍREZ GARCÍA

Cronista Oficial

Papantla de Olarte, Ver.

Nos han acostumbrado a escuchar narrativas emocionantes, cargadas de hazañas admirables, con personajes ejemplares, únicos, que terminamos idolatrándolos como seres que imaginamos elegidos, superiores, iluminados y totalmente descontextualizados de los factores dinámicos: económicos, políticos, sociales y culturales que motivaron el hecho histórico.

Y lo peor, nos hacen creer la narrativa del dominante e ignorar la narrativa propia del dominado. Al caso les menciono y traigo a la memoria dos obras de las muchas que ilustran este hecho del pensamiento: el libro de René Avilés titulado "El que no conoce a Dios a cualquier barbón se le hinca" y la canción de Gabino Palomares: "La maldición de la Malinche". Es decir, le damos más autoridad de crédito al barbón de apellidos de cualquier linaje que a lo que dice un Atzin, un Simbrón, un Pérez o un Ramírez. Algunos pecan de malinchistas, tampoco generalizo.

Pero esto no es casual ni producto de la desmemoria. No. No. Es producto del proceso de ideologización dominante para evitar que surja otro movimiento social.

No se valora del mismo modo el decir:

Serafín Olarte luchó contra la opresión, que:

Los inconformes pueblos indígenas liderados por Serafín Olarte lucharon contra la opresión.

Este último modo da mayor énfasis a la perspectiva colectiva, a la verdadera dinámica social que a la personal idealista.

Hay tantos héroes anónimos, hombres y mujeres, comunidades indígenas, grupos de poder y de gobierno, que los que narran, escriben y divulgan los hechos los ignoran. En el trasfondo usan la historiografía con el propósito de generar un idealismo absurdo, mágico, quijotesco, mediatizado, inalcanzable e irrepetible. Decía el filósofo español José Ortega y Gasset “Soy yo y mi circunstancia”.

Como ejemplo pongo el centralismo a Don Miguel Hidalgo que deja fuera del foco de atención a los militares: Ignacio Allende, Juan e Ignacio Aldama; a quienes ejercían parte del poder virreinal: la Corregidora Josefa Ortiz y Miguel Domínguez Alemán, prominentes miembros de la política virreinal; a Leona Vicario y su esposo Andrés Quintana Roo, acaudalada familia - entre otras- que financiaron al movimiento insurgente.

Así, con esta visión social, colectiva, revisamos -lo diré como lo registraron las milicias realistas- el tumulto de los indios de Papantla desde finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Y es que no fue sólo el entonces indio miliciano Serafín Olarte el inconforme, el cansado de la explotación, el ofendido y pisoteado. No. Fueron todos los pueblos indios del entonces Partido de Papantla.

También estaban inconformes los criollos de la región, entre ellos clérigos, militares, comerciantes, hacendados, etc., quienes contaban con una red de comunicación enlazada a los principales pueblos insurrectos. Las redes sociales y de informantes, que ya mantenían los clérigos a cargo del capitán insurgente José Antonio Arroyo, fray Vicente Rafael Sáenz, párroco Joaquín Gutiérrez, párroco José Mariano Ortega Moro, Francisco Xavier Dávila y Bravo, José Osorno, entre muchos más, que aprovecharon el descontento y resentimiento de nuestros pueblos originarios, para unirse a los insurgentes comandados por los clérigos Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón.

Con esta perspectiva planteada, lo que es mi marco teórico, les comparto el producto de mis años de investigación.

La alianza con la Corona Real Española impuesta al pueblo totonaca -por Hernán Cortés a través de Xicomecóatl, el Cacique Gordo de Zempoala, reseñada a modo en su Carta Segunda dirigida al emperador Carlos V de España, en la que afirma el Capitán[1] que aquellos hombres le “…dijeron que querían ser vasallos de vuestra majestad y mis amigos, y que me rogaban que los defendiese…” (de Moctezuma)- se violentó pronto y en distintas ocasiones, a lo largo de los 300 años de dominación, por el trato inhumano y explotador de que fueron objeto los entonces llamados “naturales”.

Varios hechos dan prueba de ello, como el reseñado y contenido en la carta del 20 de junio de 1578, resguardado en el Archivo General de la Nación (AGN), en el que los naturales encomendados a Cristóbal de Tapia se quejan del trato que reciben:

“Los naturales de dicho pueblo al virrey, con una queja en contra de don Francisco de Carvajal Leon, cura beneficiado, que los obliga a cultivarle su sementera sin pago alguno. Los quejosos estan encomendados a Cristobal de Tapia. Papantla.”[2] (sic).

También lo documentado en el Expediente 5 de 1736 de la misma AGN, contra los “indios de Papantla”, por tumultuarios dentro de la iglesia; la acusación a Nicolás Olmos (alias Capa) de resistirse a la justicia y ser cabecilla de tumultos en Papantla en 1767[3], entre otros.

Los agravios acumulados encontraron una esperanza en el movimiento insurgente comandado por Miguel Hidalgo y José María Morelos. En el oriente del país y en la costa del Golfo creció rápidamente por el uso de las redes sociales y de informantes[4], que ya mantenían los clérigos a cargo del capitán insurgente José Antonio Arroyo. Su influencia en la población indígena los convirtió pronto en líderes del movimiento. Algunos casos quedaron registrados como el de Temapache: fray Vicente Rafael Sáenz, el de Huayacocotla: párroco Joaquín Gutiérrez, el de San Andrés Huitlalpan: párroco José Mariano Ortega Moro, el de Olintla y Huehuetla de las Indias: párroco interino Francisco Xavier Dávila y Bravo, etc. Por mencionar algunos. Arroyo nombró a Dávila: capellán y director general de los ejércitos americanos.

El gobierno de la provincia insurgente del Departamento del Norte en la costa de Veracruz, estuvo en Zacatlán. Desde ahí, Ignacio Rayón y José Osorno, supervisaron el establecimiento del orden político y militar en la costa por medio de dos coroneles: el presbítero Antonio Lozano, comisionado para organizar y disciplinar a las fuerzas insurgentes, y Francisco Antonio Peredo, comisionado para representar a la junta insurgente y pasar al extranjero por el puerto de Tecolutla para la obtención de armamento.

En ese violento contexto emerge la egregia figura de Serafín Olarte.

No hay registro oficial de su nacimiento ni de quienes fueron sus padres debido a la destrucción de los archivos durante la guerra de Independencia. Sí, documentos que afirman que nació en Cuyuxquihui, del entonces Partido de Papantla, aproximadamente en 1765[5].

Para defender sus plazas de los abigeos, tumultos, etc., el gobierno español consideró necesaria la creación de milicias indígenas. No todos los gobernantes estuvieron de acuerdo, como el subdelegado de Huejutla y Yahualica, Manuel González De la Vega, quien por no confiar en la lealtad de los indígenas objetó la formación de la milicia indígena.

Cuando en 1812 se registró en Papantla el levantamiento encabezado por Serafín Olarte bajo el mando de Osorno y tomó en su poder la cabecera del partido por espacio de 18 meses[6], el coronel Carlos María Llorente informó al Virrey Ruiz de Apodaca, que la insurrección se dio porque Olarte, como Capitán de milicias indígenas que había sido, “tenía a sus órdenes todos los indios del pueblo con quién se levantó”[7]. Los realistas reconquistaron Papantla en septiembre de 1813[8] y el líder insurgente fue perseguido.

Recurrió a la guerra de guerrillas atacando a los realistas y milicias de pardos.

En ese entontes la doctrina de la fe en Papantla estaba a cargo de los insurgentes: padre Francisco Xavier Dávila y Bravo y el párroco José Mariano Ortega Moro, quienes organizaron el levantamiento de los pueblos de Coyutla y La Mesa, combatieron a los milicianos de Papantla comandados por el capitán José Miguel Carballo hasta el 30 de marzo de 1812, fecha en que Dávila fue capturado cerca de San Mateo Coyuxquihui[9], cuando buscaba las fuerzas de Serafín Olarte.

Poco a poco Cuyuxquihui[10] se fue convirtiendo en el centro de las operaciones militares por su natural fortificación y su estratégica ubicación en el dominio de la cuenca del río Tecolutla y de los caminos reales Papantla-Teziutlán y Papantla-Misantla. Cuando Rayón se dedicó a reunir a los jefes insurgentes de la Huasteca, consideró a Serafín Olarte de quien se decía era un "indio que dominaba en la serranía de Cuyusquihui”[11].

Por la revuelta, en la cabecera de Papantla y su jurisdicción no había orden y sí abusos de los distintos bandos. El coronel presbítero Antonio Lozano, enviado por Ignacio Rayón y José Francisco Osorno para reorganizar las fuerzas rebeldes, al ver la desastrosa situación se puso en contacto con el coronel Serafín Olarte el 15 de agosto de 1813, a fin de contar con su apoyo.

En junio de 1814, Olarte se trasladó a Zacatlán, Pue., para solicitar al general Ignacio López Rayón armamento para su tropa, consiguiéndolo. No obstante, su pueblo y su gente vivió las vicisitudes propias de la guerra. En una carta dirigida a su superior Osorno, le comunica la grave situación en que se hallaba por que las tropas enemigas se apoderaron de todos los víveres[12].

Pero no solo tuvieron problemas para alimentar a las tropas, sino también las traiciones de que fueron objeto, como el caso que delata en su carta Francisco Bermúdez al Coronel Don Serafín Olarte sobre la situación en las Costas de Nautla y Misantla con el traidor Mariano Rincón[13].

Unió sus fuerzas a las del nuevo intendente de Veracruz, José Joaquín Aguilar, quien controlaba Misantla, y se establecieron en el campamento que éste tenía en Cerro Blanco, cerca de Papantla[14].

El 3 de enero de 1816 bajo el mando del Intendente Aguilar, participó en la defensa de Tlaxcalantongo, Pue., plaza que ya estaba en poder de los insurgentes y que desafortunadamente perdieron, con 17 insurgentes fusilados. Aguilar y Olarte, con sus fuerzas diezmadas se refugiaron en Cerro Blanco, desde donde organizaron un ataque a Misantla, en poder de los realistas, que no pudieron llevar a cabo por el acto traicionero de José Manuel Villagrán quién asesinó a Don Joaquín. Al ser enterado, Olarte acude en su persecución sin lograr atraparlo por su pronta llegada a Papantla, donde se acogió al indulto virreinal.

Desde su levantamiento en Papantla, los insurgentes de Cuyuxquihui fueron repetidamente atacados por las fuerzas realistas sin mucho éxito, en tanto su movimiento se extendía por la costa del Golfo de México y por la sierra de Veracruz y Puebla.

De 1813 a 1819 la sierra de Coyuxquihui fue escenario de tales ataques con triunfos y derrotas de ambas partes. El capitán José Vidal de Villamil, acaudalado español que había sufrido pérdidas económicas e incluso humillaciones por parte de los rebeldes, con fuerzas de Papantla, fue el primero en atacar las fuerzas de Olarte -según lo consignado por el maestro Luis Salas-, siendo derrotado en sus intentos; luego las fuerzas del teniente coronel Carlos María Llorente sufrieron la misma experiencia cuantas veces persiguieron a los rebeldes olartistas; por tercera y cuarta vez el teniente coronel Juan de Arteaga fue derrotado; la quinta y sexta incursiones, nuevamente encabezadas por Arteaga ahora en unión del Teniente Coronel José Ma. Lubian y ordenada por el coronel Manuel de la Concha, tuvieron los mismos resultados.

Partes de guerra ilustran la actividad realista centrada contra los insurgentes de esta parte de nuestro país. En pormenores, el 26 de febrero de 1818, desde Tlaxco, Teziutlán, el coronel Manuel de la Concha informó al virrey Juan Ruíz de Apodaca, que las tropas de los tenientes coroneles Lubian y Artega, habían tomado el fuerte de Coyuxquihui y que mandó un auxilio de fuerza para seguir la persecución. Sin embargo, el 15 de julio del mismo año, el teniente coronel José Ma. Lubian, informó que tenía mucha deserción y que por esta causa no emprendió la expedición sobre Cuyuxquihui[15].

La séptima excursión llevada a cabo por el coronel realista José Barradas, que con 700 hombres llega hasta el centro de Coyuxquihui, es también derrotado y dispersadas sus fuerzas; la octava, al mando del teniente coronel José Rincón, participa en tres acciones reñidísimas, llega al centro, permanece cinco meses en la sierra, hasta que lo releva el coronel Barradas, sin mayor éxito.

Así, cuantas veces intentaron los realistas sofocar a los rebeldes fueron vencidos en las entrañas de las montañas donde se refugiaban los totonacas que bien las conocían, acostumbrados a las inclemencias del tiempo, los caminos lodosos, al calor sofocante, etc., que enfermaron a los enemigos.

Un mapa anónimo que poseía el coronel Llorente, en papel de 30 por 20 cm aproximadamente, señala la región controlada por los rebeldes del Cuyuxquihui, comprendida entre las entidades de Puebla y Veracruz:

“la Montaña del Cuyuxquihuy, Mazacapan, Santa Clara, Papantla, Tecolutla, igualmente aparecen Tlapacoya, Tesiutlan, la sierra de Zacatlan, Mizantla y muchos otros. Disposiciones propuestas por el Señor Coronel, Don Carlos María Llorente para erradicar a los rebeldes del Cuyuxquihuy siendo necesario que el dicho jefe pusiera un destacamento en Mazacapan.” (sic) [16]

Lo documentado por los realistas sobre las acciones de quien llegó a ser General de la Costa del Barlovento[17] en el movimiento insurgente, pondera la importancia del indígena Serafín Olarte en la historia de la Independencia de México.

Entre las fuerzas leales del General Serafín, destacaron por su valor y arrojo al enfrentarse a los realistas: Víctor del Ángel, Venancio Angulo, Agustín Muñoz, José Santiago y Manuel Morales[18].

Desafortunadamente sus fuerzas fueron diezmadas y en una emboscada fue sorprendido junto a sus seguidores más cercanos y a su familia, según se desprende de la carta del realista Teniente Coronel José Ma. Lubian al Coronel Manuel de la Concha de fecha de 2 de enero de 1819:

"Prisión del Cabecilla Serafín Olarte asesino infame que ocho años hace andaba persiguiendo por ntra. tropa han caído también ocho de los rebeldes que tenía de guardia quedando entre otros muertos su secretario e hija y él a salido con un balazo en el pulmón de alguna gravedad." [19] (sic)

Lo que hace suponer al investigador de la Universidad Veracruzana, Dr. Michel T. Ducey, que la emboscada ocurrió en los últimos días de 1818 o el 1º de enero de 1819. El candidato a Dr. Juan Carlos Santander Ontiveros afirma que según consta en un parte de guerra que el General de la Costa del Barlovento fue sacrificado el 6 de enero de 1819. En la tradición oral se afirma que fue decapitado, como era la costumbre de la milicia realista, y su cabeza expuesta a la salida del pueblo de Papantla, conocida como la Cruz Chiquita, rumbo a Cabezas, hoy Gutiérrez Zamora, para escarmiento de sus seguidores.

En otra carta, del 5 de enero, el coronel Manuel de la Concha informó al virrey Conde del Venadito, que envió al Teniente Coronel José Ma. Lubian, a perseguir los restos de Coyoxquihui[20], quienes al verse indefensos aceptaron el indulto ofrecido.

Finalmente, el coronel Manuel de la Concha envía al virrey Conde del Venadito, la carta original fechada el 22 de febrero de 1819, por la que el teniente Lubián le participa que la Sierra de Papantla ha quedado pacificada[21].

La muerte no le permitió al General Serafín Olarte ser testigo de la firma de los Tratados de Córdoba en los que se reconoció la Independencia de México en 1821, por la que tanto luchó al frente de la insurgencia totonaca.

En homenaje a este GLORIOSO INSURGENTE, para honra y ejemplo de sus juventudes, el gobierno municipal y el pueblo solicitaron a la H. Legislatura del Estado, se le diera a la ciudad de Papantla de Hidalgo el nombre de Papantla de Olarte, lo que fue aprobado por decreto Núm. 168 del 20 de diciembre de 1935.


Monumento frente a Palacio Municipal


[1] Cortés Hernán (1985): Cartas de Relación de la Conquista de México. (9ª. Ed.) México. Epasa-Calpe Mexicana S. A. Pag. 34

[2] AGN/Instituciones Coloniales/Compañía de Jesús/Jesuitas (064)/Volumen I - 14/Expediente 113/20 de junio de 1578.

[3] AGN/Instituciones Coloniales/ Real Audiencia/ Criminal (037)/ Contenedor 153/ Volumen 303/Título: Expediente 5/1767

[5] Ruiz Gordillo, Omar (1998): Serafín Olarte un insurgente totonaco. Edición especial. Pág. 15, y Salas García, Luis (1979): Juu Papantlan. México. Industria Gráfica Editorial Mexicana. D. F. Pág. 69

[6] Ortiz Escamilla Juan (2002): Revolución y liberalismo en la provincia de Veracruz 1812-1821. Revista de Indias, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Historia, Madrid, mayo-agosto, vol. 62, núm. 225, Pag. 415

[7] Ducey, Michael T. (2015): Una nación de pueblos. México. Universidad Veracruzana. Pág. 129

[8] Ducey, Michael T. (2008): Violencia, poder y dinero. La administración insurgente en los pueblos indígenas de la costa del Barlovento, 1812-1820. En “Revisión histórica de la guerra de independencia en Veracruz”. Coordinado por Ortiz Escamilla, Juan. Gobierno del Estado de Veracruz- Universidad Veracruzana. Pag. 124

[9] Carbajal López, David (2008): Clérigos y frailes en Veracruz ante la guerra de 1810. En “Revisión histórica de la …”. Pág. 239

[10] Nombre oficial actual.

[11] Santander Ontiveros, Juan Carlos (2009): Entre vainillales y fusiles. Rebelión indígena en el totonacapan, 1836-1838. Geografía y grupos de poder. Tesis para el título de Licenciado en Historia. Págs. 151

[12] AGN/Instituciones Coloniales/Indiferente Virreinal/Cajas 5000-5999/Caja 5126/Expediente 036/ (Operaciones de Guerra) 1814.

[13] AGN/Instituciones Coloniales/Indiferente Virreinal/Cajas 5000-5999/Caja 5126/Expediente 009/ (Operaciones de Guerra) 1814

[14] Salas García, pág. 70.

[15] AGN/Instituciones Coloniales/Gobierno Virreinal/Operaciones de Guerra (081)/Volumen 123/Exped. 8

[16] AGN/Instituciones Coloniales/Indiferente Virreinal/Operaciones de Guerra/Vol. 490/Exp. 15, f. 159/Mapa con título Tesiutlan, Tecolutla y Papantla. Pue. y Ver./Código de Referencia: MX09017AGNCL01SB01FO178MAPILUUS2654/1819

[17] Archivo General de la Nación/Instituciones Coloniales/Gobierno Virreinal/Operaciones de Guerra (081)/Volumen 124/Exp. 9

[18] Salas García, pág. 71.

[19] AGN/Operaciones de Guerra/Vol. 124/Folio 23, correo personal del Dr. Michael T. Ducey 2021.

[20] AGN/Instituciones Coloniales/Gobierno Virreinal/Operaciones de Guerra (081)/Vol. 124/Exp. 1.

[21] AGN/Instituciones Coloniales/Gobierno Virreinal/Operaciones de Guerra (081)/Vol. 124/Exp. 36

 

 
 
 
 

 

       

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